Friday, February 29, 2008

Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario


Sábado, 20 de junio de 1942


Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No sólo porque nunca he escrito, sino porque me da la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona le interesarán las confidencias de una colegiala de trece años. Pero eso en realidad da igual, tengo ganas de escribir y mucho más aún de desahogarme y sacarme de una vez unas cuantas espinas. «El papel es más paciente que los hombres.» Me acordé de esta frase uno de esos días medio melancólicos en que estaba sentada con la cabeza apoyada entre las manos, aburrida y desganada, sin saber si salir o quedarme en casa, y finalmente me puse a cavilar sin moverme de donde estaba. Sí, es cierto, el papel es paciente, pero como no tengo intención de enseñarle nunca a nadie este cuaderno de tapas duras llamado pomposamente «diario», a no ser que alguna vez en mi vida tenga un amigo o una amiga que se convierta en el amigo o la amiga «del alma», lo más probable es que a nadie le interese.
He llegado al punto donde nace toda esta idea de escribir un diario: no tengo ninguna amiga.
Para ser más clara tendré que añadir una explicación, porque nadie entenderá cómo una chica de trece años puede estar sola en el mundo. Es que tampoco es tan así: tengo unos padres muy bue­nos y una hermana de dieciséis, y tengo como treinta amigas en total, entre buenas y menos buenas. Tengo un montón de admira­dores que tratan de que nuestras miradas se crucen o que, cuando no hay otra posibilidad, intentan mirarme durante la clase a través de un espejito roto. Tengo a mis parientes, a mis tías, que son muy buenas, y un buen hogar. Al parecer no me falta nada, salvo la amiga del alma. Con las chicas que conozco lo único que puedo hacer es divertirme y pasarlo bien. Nunca hablamos de otras cosas que no sean las cotidianas, nunca llegamos a hablar de cosas ínti­mas. Y ahí está justamente el quid de la cuestión. Tal vez la falta de confidencialidad sea culpa mía, el asunto es que las cosas son como son y lamentablemente no se pueden cambiar. De ahí este diario.
Para realzar todavía más en mi fantasía la idea de la amiga tan anhelada, no quisiera apuntar en este diario los hechos sin más, como hace todo el mundo, sino que haré que el propio diario sea esa amiga, y esa amiga se llamará Kitty.
¡Mi historia! (¡Cómo podría ser tan tonta de olvidármela!)
Como nadie entendería nada de lo que fuera a contarle a Kitty si lo hiciera así, sin ninguna introducción, tendré que relatar bre­vemente la historia de mi vida, por poco que me plazca hacerlo.
Mi padre, el más bueno de todos los padres que he conocido en mi vida, no se casó hasta los treinta y seis años con mi madre, que tenía veinticinco. Mi hermana Margot nació en 1926 en Alemania, en Francfort del Meno. El 1 z de junio de 1929 le seguí yo. Viví en Francfort hasta los cuatro años. Como somos judíos «de pura cepa», mi padre se vino a Holanda en 1933, donde fue nombrado director de Opekta, una compañía holandesa de preparación de mermeladas. Mi madre, Edith Holländer, también vino a Holanda en septiembre, y Margot y yo fuimos a Aquisgrán, donde vivía mi abuela. Margot vino a Holanda en diciembre y yo en febrero, cuando me pusieron encima de la mesa como regalo de cumplea­ños para Margot.
Pronto empecé a ir al jardín de infancia del colegio Montessori, y allí estuve hasta cumplir los seis años. Luego pasé al primer curso de la escuela primaria. En sexto tuve a la señora Kuperus, la directora. Nos emocionamos mucho al despedirnos a fin de curso y lloramos las dos, porque yo había sido admitida en el liceo judío, al que también iba Margot.
Nuestras vidas transcurrían con cierta agitación, ya que el resto de la familia que se había quedado en Alemania seguía siendo víc­tima de las medidas antijudías decretadas por Hitler. Tras los po­gromos de 1938, mis dos tíos maternos huyeron y llegaron sanos y salvos a Norteamérica; mi pobre abuela, que ya tenía setenta y tres años, se vino a vivir con nosotros.
Después de mayo de 1940, los buenos tiempos quedaron defini­tivamente atrás: primero la guerra, luego la capitulación, la inva­sión alemana, y así comenzaron las desgracias para nosotros los ju­díos. Las medidas antijudías se sucedieron rápidamente y se nos privó de muchas libertades. Los judíos deben llevar una estrella de David; deben entregar sus bicicletas; no les está permitido viajar en tranvía; no les está permitido viajar en coche, tampoco en coches particulares; los judíos sólo pueden hacer la compra desde las tres hasta las cinco de la tarde; sólo pueden ir a una peluquería judía; no pueden salir a la calle desde las ocho de la noche hasta las seis de la madrugada; no les está permitida la entrada en los teatros, cines y otros lugares de esparcimiento público; no les está permitida la en­trada en las piscinas ni en las pistas de tenis, de hockey ni de ningún otro deporte; no les está permitido practicar remo; no les está per­mitido practicar ningún deporte en público; no les está permitido estar sentados en sus jardines después de las ocho de la noche, tam­poco en los jardines de sus amigos; los judíos no pueden entrar en casa de cristianos; tienen que ir a colegios judíos, y otras cosas por el estilo. Así transcurrían nuestros días: que si esto no lo podíamos hacer, que si lo otro tampoco. Jacques siempre me dice: «Ya no me atrevo a hacer nada, porque tengo miedo de que esté prohibido.»
En el verano de 1941, la abuela enfermó gravemente. Hubo que operarla y mi cumpleaños apenas lo festejamos. El del verano de 1940 tampoco, porque hacía poco que había acabado la guerra en Holanda. La abuela murió en enero de 1942. Nadie sabe lo mucho que pienso en ella, y cuánto la sigo queriendo. Este cumpleaños de 1942 lo hemos festejado para compensar los anteriores, y tam­bién tuvimos encendida la vela de la abuela.
Nosotros cuatro todavía estamos bien, y así hemos llegado al día de hoy, 20 de junio de 1942, fecha en que estreno mi diario con toda solemnidad.


DIARIO de Ana Frank

(fragmento)

Un retrato infantil de Van Gogh de los días previos a su suicidio se pone a la venta



Un luminoso retrato infantil pintado por Vincent Van Gogh (1853-1890), y cuyo radiante optimismo contrasta con la tragedia de su suicidio, se pondrá a la venta el próximo mes en la feria de arte de Maastricht (Holanda).

Vincent Van gogh
A FONDO
Nacimiento:
30-03-1853
Lugar:
(Groot Zunder)
Ver cobertura completa (Diario El País de Madrid)
webs en español
en otros idiomas

La obra, titulada L' Enfant à l'orange, fue adquirida en 1916 a la familia del matrimonio suizo Arthur y Hedy Hahnloser, fundadores de la colección de arte Villa Flora, de Winterthur (Suiza), y desde entonces ha pertenecido a la misma familia.
Ahora, se ofrece por un precio que supera los 30 millones de dólares, según ha afirmado una portavoz del marchante británico Dickinson, encargado de su venta. La criatura de aspecto angélico y de radiante sonrisa es Raoul Levert, hijo de un carpintero local, que tenía entonces sólo dos años y al que Van Gogh pintó en el albergue Ravoux, de Auvers-sur-Oise, localidad próxima a la capital francesa. La identidad del retratado la confirmó Adeline Ravoux, hija del dueño del albergue, que aparece junto al pequeño Raoul a la puerta de aquella residencia en una fotografía tomada en 1890.
La inspiración de sus últimos días
Aparentemente feliz de estar de nuevo en el norte de Francia, Van Gogh pintó febrilmente más de ochenta cuadros en poco más de dos meses, es decir, a un ritmo superior a los dos cuadros al día. "Las pinceladas me vienen como en un mecanismo de relojería, así que confiando en ello, me atrevo a pensar que encontraré el equilibrio en el norte", escribió Vincent a su hermano Theo.
Poco antes de iniciar ese último viaje de su vida, Van Gogh había anunciado su intención de volver a pintar campesinos y paisajes. El artista dejó St. Rémy, donde había estado un año recluido en un hospital para enfermos mentales, y pasó algunos días en París junto a su hermano, su cuñada y el hijo pequeño de ambos.
Éste, llamado Vincent como el pintor, del que era además ahijado, se convirtió inmediatamente en una fuente de alegría e inspiración para el artista, que en Auvers comenzó a pintar retratos de niños de aspecto feliz y mejillas sonrosadas.
Las cartas que escribió Van Gogh desde Auvers reflejan su inmensa alegría de poder disfrutar finalmente de libertad tras su aislamiento en Saint-Remy. Nada más llegar allí, Van Gogh se puso a trabajar: "Hace un tiempo estupendo. Y me siento tan bien. Me acuesto a las nueve aunque suelo levantarme a las cinco (...) Y espero que dure esta sensación que tengo de dominar mucho más los pinceles que cuando fui a Arles", escribió a Theo.
Tras el suicidio del artista con un arma de fuego, L'Enfant à L'Orange junto a otros cuadros suyos hoy famosos como La Iglesia de Auvers o Lirios, además de su paleta y sus pinceles, se colocaron en el cuarto del albergue Ravoux donde se veló su cadáver.

Fuente: www.elpais.es

Imagen: 'L' Enfant à l'orange', de Vincent Van Gogh (EFE)

Thursday, February 28, 2008

Carta a Martín Rivas

Por César Hildebrandt
publicado en www.laprimeraperu.com

Mi muy repulsivo señor: Concentra usted todas las taras morales del Perú. Es usted una dosis homeopática de lo peor de este país. ¿O deberé decir que es usted un amasijo de yerros retorcidos?No importa como lo nombre. Usted sabe qué linajes de rata lo componen y cuánto se parece usted –por espantoso– a las muertes que planeó y ­ejecutó.Hasta ayer era usted un asesino por encargo, que no es poco. Ahora aspira a ser absuelto negándolo todo.Lo que sucede es que de tanto negar se ha negado usted mismo y de tanto querer borrar huellas imborrables es usted ahora una sombra sin historia y una piltrafa de ectoplasma. Por eso he dudado en escribirle esta carta. Porque ­ahora no sé si es usted el homicida serial que en realidad es y será o si ha sido convertido en un libreto de Nakasaki, una ocurrencia idiota de Kenji, o la viruta que deja la amnesia calculada de Fujimori, su maestro y guía.Que usted quiera salvarse de la condena inexorable que le espera negando que existiera el grupo Colina –cuando hay veinte testimonios, un ascenso grupal, una felicitación presidencial, una denuncia documentada y primordial del general Robles, muertos y testigos, fosas comunes y deudos– resulta, en todo caso, explicable. Asesinos como usted suelen maridar el sadismo y la cobardía. Sadismo a la hora de matar a un niño de ocho años o a un periodista vendado en una playa y cobardía a la hora de afrontar su responsabilidad.Usted, señor Martin Rivas, viene, aunque quizás no lo sepa, de una larga tradición. Esa tradición es la de la cobardía de fabricación nacional (también tenemos cobardías importadas: Fujimori es un ­ejemplo). En ese sentido es usted un hijo putativo de Mariano Ignacio Prado, el presidente que se fugó en plena guerra con Chile “a conseguir armas y buques en Europa” y que nunca volvió. Esa rata ancestral de la historia peruana es el tatatarabuelo de Fujimori, su jefe, y su premonición personal, señor Rivas.Dice usted que lo que le confesó a Jara era un ensayo. Pero se ensaya para decir la verdad, para no perder el hilo del relato, para no dejarse intimidar a la hora de los loros. Así que ese ensayo general –sigo su lógica roedora– era para que usted adquiriera el temple suficiente a la hora que tuviese que dar su testimonio ante la autoridad.Como será usted de asesino que hasta la putrefacta justicia militar de Fujimori, su jefe, lo condenó por los crímenes de Barrios Altos y La Cantuta (en ese entonces no se conocía todo su pasado).Y cómo será usted de cobarde que ahora dice que sólo hacía análisis de inteligencia, que estaba detrás de un escritorio haciendo tareas administrativas que no sabe precisar, que jamás le disparó a nadie. Poco faltó para que le dijeran “San Martincito”, mayor. Pero lo peor de usted es que pretende hablar en nombre del Ejército. Es cierto que el actual jefe del Ejército es un festivo subdotado mental, pero eso no lo autoriza, señor Rivas, para seguir ensuciando el uniforme de Bolognesi y Ugarte. Ni ocultándose detrás de mil uniformes –como ahora pretende– podrá usted impedir que veamos qué montículo de basura alberga usted en sus entrañas.Por gente como usted es que el Perú estuvo a punto de perder la guerra con Sendero. Cuando Guzmán soñaba con “el equilibrio estratégico”, soñaba con gente como usted y como Telmo Hurtado y como el comandante “Camión”. Ustedes lograron que miles de peruanos que hubieran podido defender la causa de la democracia se plegaran a las filas del marxismo mutante de Guzmán. Si hubiese sido por usted, Guzmán habría jaqueado al Perú como hoy ni siquiera lo podemos ­imaginar.No manche a las Fuerzas Armadas hablando en su nombre. No hable usted de patria: la suya es el crimen y la miseria moral. No hable usted del Perú: el Perú que usted concibe es un escuadrón de la muerte haciendo de las suyas ante civiles indefensos.Y no crea que la gente se ha tragado su teatro. Lo único que ha logrado usted es que el repudio hacia su conducta haya adquirido la muy extraña dimensión de la cuasi unanimidad. Porque ya sabíamos quién era. Pero ignorábamos qué nuevos aportes podía hacer usted a su prontuario de sangre y emboscadas.Usted ha querido matar a sus difuntos. Con su fallida burla ha vuelto a disparar en la nuca a los que mató en Lima o en Chimbote. Y ha rociado de balas a sus familiares, que esperaban una señal de que usted seguía siendo humano. Sólo ha faltado su compinche “Kerosene” para que la jornada del repase pueda ser considerada completa.Y no crea usted que Raffo es un buen consejero, Saravá un estratega y Nakasaki el Perry Mason de los Barracones. Mire nomás dónde está Fujimori.Y tampoco crea que el diario “La Razón” lo salvará con su “peso mediático”. Peso tenía cuando Faisal reinaba y Bressani repartía.Por último, tengo que decirle que estoy entre quienes no se han sorprendido por su faena. Estaba casi seguro de que usted haría lo que hizo. Y no porque yo sea muy perspicaz sino porque tengo algunos estudios al respecto. Lo que quiero decirle es que, desde el 5 de abril de 1992, modestamente, me especialicé en estudiar a ratas como usted.Con la debida distancia dictada por la salubridad, se despide
C.H.

El Aleph de Adolph

Por Miguel Gutiérrez
publicado en www.caretas.com.pe


Como se suponía que éramos adversarios políticos en relación al marxismo, eludíamos abordar temas de ideología y política, lo cual no impedía a Pepe Adolph referirse a los problemas que más lo desgarraban: el conflicto árabe-israelí, la ocupación norteamericana de Irak, la reconstitución teórica del marxismo y el porvenir del socialismo en el mundo. Los libros y la vida de los autores era otro tema permanente en nuestras charlas.
Habíamos convenido que la gran novela del siglo XX era En Busca del Tiempo Perdido, pero los gustos literarios de Pepe eran muy abiertos, como que era un lector empedernido de la narrativa fantástica, las novelas de terror y las novelas de anticipación y de ciencia ficción, por eso entre los escritores peruanos de las últimas promociones, a quienes leía con interés, mostraba predilección por los relatos de Enrique Prochazka y José Güich. En cuanto a su propia obra se mostraba escéptico cuando yo le decía (con toda verdad) que tenía muchos más lectores, incluso fervorosos, de los que él creía. La cuestión judía ocupaba un lugar central en su pensamiento y en su vida, por eso, y acaso para exorcizar su condición de judío no creyente, heterodoxo, marginal a las sinagogas, y antisionista, gustaba de contar chistes de humor negro sobre ese gran pueblo al que se sentía unido de manera entrañable. Y ya que hablo del humor, era el humor, las bromas –irreverentes, de sana indecencia y obscenidad– lo que convertía a nuestras reuniones en una fiesta maravillosa de la que participaban gozosamente nuestras respectivas parejas. Sin caer jamás en la vulgaridad, Pepe tenía una imaginación lujuriosa, usaba las palabras de resonancias escatológicas con deleite y elegancia y sus réplicas eran rápidas y desconcertantes, y el clima era de tanta confianza y fraternidad que yo por cierto me sumaba sin inhibiciones a este festín de erotismo verbal. Pero todo era juego, pues al contrario de los libertinos Pepe creía en el amor único y exclusivo. De ahí que frente a Delia, la mujer que amó en los últimos años de su vida, se mostrase solícito, cortés, rendido, casi un caballero medieval. De otro lado, Pepe fue un escritor y un intelectual honesto. Y fue también un hombre valiente. Aunque el ataque mortal fue feroz, tuvo una muerte rápida como Pepe la anhelaba. Seis horas después de fallecer, y en cumplimiento de su voluntad, Pepe Adolph fue cremado, y no hubo flores, ni funeral, ni oraciones ni discursos. Lo extrañaré por el resto de vida que me queda, y siempre lo recordaré con nostalgia y alegría.

Tuesday, February 26, 2008

Dueño de nada

No tengo título universitario ni AFP. Debo cachuelear harto para seguir viviendo. Con la justas tengo brevete, sacado con trampa porque sufro de discromía, una tara genética mal conocida como daltonismo. Donde los demás ven miles de verdes, yo solo veo un champón marrón. No tengo, por tanto, gusto para vestirme: puedo combinar el gris con el beige y sentirme un modelo de Armani, y entender que todo son piropos allí donde solo hay escarnio. No tengo tampoco mucha edad, quiero decir, ubicación cronológica. Para ciertas cosas estoy en los diecinueve; para otras, en los noventa. José Luis Rodríguez – El Puma- con su gran peinado bombé lo decía mucho mejor que yo: “No soy yo ese a quien tú le dices mi dueño, yo soy solo un perro que tú haces saltar. Dueño de ti, dueño de qué, dueño de nada. Un arlequín que hace temblar tu piel sin alma. Dueño del aire y del reflejo de la Luna sobre el agua. Dueño de nada, dueño de nada.” Pues bien, como dueño de nada estoy ahora en la blogósfera de Caretas la nadería. Sin tema propio, sin ideas definidas, sin un norte ni un horizonte, sin el buen camino por delante ni por detrás. Un arlequín que hace temblar tu piel sin alma. Dicen que el mayor poder de quienes nada tienen radica precisamente en esa condición, y se usa como ejemplo paradigmático a Teresa de Calcuta, la desposeía por excelencia que consiguió, sin embargo, subir a los altares en tiempo récord. Bueno, de algo así se trata: no tener nada para convertirse en santo. En santo de la devoción de los que consumen bolgs; o de su desprecio. También leo blogs y noto que son un canal privilegiado para odiar y poder decirlo. Como soy dueño de nada, mucho no me va a importar pues ni sentimientos tengo. Desde hoy y como siempre, dueño de nada.

Rafo León

Bryce Echenique asume el «alto riesgo» de llevar Un mundo para Julius al cine

El escritor peruano, «sentimental y bastante nostálgico», abrió ayer el ciclo 'Escritores en su tinta' en Molina de Segura
Parece triste Alfredo Bryce Echenique, pero igual es que ya no lleva bigote. «¿Hace mucho que me afeité el bigote!». Hay algo, una bruma (quizá el mareo de los pleitos sobre plagios) o quizá algo en la mirada, algo de cansancio o de chasco. Parece que tiene frío, aunque se desabotone la chaqueta -bonita camisa azul ultramar llevaba ayer, también bonitas gafas-. Su última entrega es Las obras infames de Pancho Maraibo, una «novela de humor instalada en el corazón del dolor», la historia de un hombre con un nombre imposible: Bienvenido Salvador Buenaventura, una historia de amistad y traición. Un hombre, Bryce Echenique, que escribe «con humor para que duela menos» porque el humor es «es una de las facultades más lúcidas y divertidas de la inteligencia». Un hombre tranquilo y exagerado, creador de seres desvalidos, obsesivos, vulnerables, seductoramente desplazados. Habla despacio Bryce Echenique; habla dulce, atrapando anécdotas y zurciendo sucesos. Tiene voz de cuenta cuentos tentador. Ayer abrió en Molina de Segura el ciclo Escritores en su tinta, que coordina Lola Gracia. «Soy bastante sentimental y nostálgico», afirma mientras se atusa su extinguido bigote. Vueltas está dándole a su próxima novela, Dándole pena a la tristeza, de la que no ha escrito ni una línea. «Tomo mucho el té y más de una copa con mis personajes antes de llevarlos al papel», explica.Y habla Bryce de tinta que mancha, de los matices de la vida, de los colorantes (variados, espesos) de la literatura «que ayuda a contemplar el mundo mejor». «Yo soy un pesimista que espera que todo salga bien», advierte. «El escritor tiene una forma de ver el mundo que no es la común y de ahí nace el gusto de contar historias que, en realidad, son mentiras. Cuando era pequeño, mis compañeros de colegio me decían: a ti no te cree ni lo que comes». Y de esa extraña frase le nació la necesidad (hambrienta, golosa) de fabular y de vengarse contra quienes no creían en sus palabras. «Uno escribe porque la realidad es chata y mediocre y quizá también porque escribir es ir contra el absurdo del destino humano; hay quien ha dicho que los escritores somos rebeldes metafísicos; pero la realidad siempre está detrás de todo lo que uno escribe. Quizá uno narra para lograr el respeto de esos que me decían a ti no te cree ni lo que come», argumenta, para añadir, de un bocado, que «la memoria también se inventa».Y, ¿contra qué se rebela? «Yo escribo para crear una visión irónica del mundo, en la que se mezclan la risa y la lágrima..., esa es mi forma de desobediencia. De los perdedores se aprende mucho».El cine mataAhora -y siempre- está expectante, intrigado y algo desasosegado ante un nuevo y enrevesado reto. Un mundo para Julius (quizá su mejor novela) será lleva al cine. Ha trabajado «mucho» con la productora pero esa novela se ha convertido «en algo ajeno..., como un manzano al que cada uno acude cuando tiene hambre y le apetece». «Es una osadía, una cosa bastante arriesgada», reconoce. «Yo tiemblo cada vez que se hace una película sobre textos de García Márquez o Isabel Allende..., suelen ser unas porquerías sensacionales. Los grandes escritores mueren, en la mayoría de las ocasiones, en el cine..., yo ni me he tomado el trabajo de ir a ver El amor en los tiempos del cólera, que debe ser algo espantoso». ¿Y entonces? «Entonces..., yo creo en esta productora; ya veremos. Me daría más pena por ellos que por mi novela, que ella ya ha caminando y seguirá caminando sola».Julius será un adolescente alicantino, «algo que en Perú no ha sentado nada bien porque los peruanos son muy suyos y creen que todo lo peruano es lo mejor», el guionista será Senel Paz (que firmó el argumento de Fresa y Chocolate y que «ha vivido marcado por Un mundo para Julius») y el director del filme será el debutante Simon Brand, «un tipo tan desarraigado y descastado como Julius; judío, colombiano y que vive en Los Ángeles, conocido sobre todo por sus documentales sobre jazz», dice Echenique. Lo que no dice es que Brand también ha producido vídeos musicales para artistas como Shakira y Chayanne.Pilar Bardem y Carlos Bardem serán algunos de los rostros de esta «cosmopolita producción», que también incluirá actores franceses y norteamericanos. «Yo no me meto mucho en este lío..., propuse algunos personajes y no me hicieron ni caso porque todos eran unos vejestorios. Bueno, en alguna localización si he metido baza», añade.Cosas de la razónSe sigue atusando el bigote que no tiene. ¿El humor nos salva de algo? «Nos vuelve observadores. Mi humor, que casi siempre es ironía, está más cerca de la tradición cervantina que quevedesca. Mi humor no es un dardo envenenado sino una forma de observar el mundo, es un humor de la razón».Dice el autor de La vida exagerada de Marín Romaña que le sigue sorprendiendo «la gente y los viajes..., sobre todo la gente». Y, ¿qué le aburre? No lo duda: «La gente aburrida; las visitas largas son largas desde el primer minuto».

Javier Bardem consigue el Oscar en la piel de un asesino psicópata

LOS ÁNGELES.- Javier Bardem entró ayer en la historia como el primer actor español en lograr un Oscar por "No es país para viejos", la gran triunfadora de la noche con cuatro estatuillas, incluida la de mejor película y mejor dirección para Joel y Ethan Coen. "¡Esto es para España y para todos nosotros!", dijo Bardem en el momento de dedicarle el premio a su madre, Pilar, que saltó el charco para arropar a su hijo en el momento de entrar en el pabellón los grandes de Hollywood.
"¡Guau!", fue su reacción inmediata, en medio de la aclamación atronadora en el teatro Kodak. Bardem tuvo palabras emotivas a los hermanos Coen, a quienes les agradeció "la locura" de haberle dado el papel y, por supuesto, el peinado inimitable del matón Anton Chirgurh (la broma más socorrida de la noche).
El premio a Bardem tuvo el sabor decididamente estelar de las grandes categorías. El presentador Jon Stewart -que prometió ponerse a estudiar español por los premios que aún le caigan- lo comparó con Hannibal Lecter, el protagonista de 'El silencio de los corderos', y le reservó un puesto de honor en la galería de los grandes villanos de Hollywood.
Emocionado pero con temple, hablando rápido pero esforzándose por no comerse una sílaba en versión original, Javier dio las gracias a los Coen y a todo el equipo de la película antes de virar al español, mirar hacia donde estaban Pilar Bardem y su hermano Carlos, y dedicarle el premio a sus padres, a sus abuelos y a la larga tradición de "los cómicos de España".
Duelo entre 'No es país para viejos' y 'Pozos de ambición'
En la alfombra roja, Bardem tuvo un pequeño guiño para los millones de televidentes en español: "Buenas noches, y que Dios reparta suerte"
Bardem vio también triunfar a otro malvado de película: Daniel Day-Lewis, su actor predilecto, consiguió su segundo Oscar en la piel del sangriento pionero del petróleo en 'Pozos de ambición'. La película de culto de Paul Thomas Anderson perdió sin embargo su pulso trágico con 'No es país para viejos', que demostró con creces su condición de gran favorita.
Tres veces subieron al escenario los hermanos Coen, en calidad de directores, productores y autores del mejor guión adaptado. En un alarde de humildad, admitieron que sólo han adaptado a dos grandes autores: Homero y Cormac McCarthy. El genial novelista rompió su encierro secular en el profundo oeste para entrar por la puerta grande del Teatro Kodak y ganarse una ovación de gala.
La francesa Marion Cotillard completó la noche decididamente extranjera con el Oscar a la mejor actriz por la encarnación de Edith Piaf en 'La Vie en Rose'. La británica Tilda Swinton se llevó otro de los premios madrugadores, el de la mejor actriz de reparto, por su interpretación de la abogada agresiva y vulnerable de 'Michael Clayton'.
Diablo Cody salvó el honor de 'Juno', la comedia del año, y dedicó temblorosamente su Oscar al mejor guión original "a todos los escritores de Hollywood", que a punto estuvieron de aguar la fiesta con la huelga que se prolongó durante tres largos meses. No cayó el aguacero que muchos presagiaron, pero los nubarrones pendieron en todo momento sobre las colinas de Hollywood, amenazando con descargar sobre la alfombra roja, protegida con toldos transparentes.
Como presagio de su gran noche, Javier Bardem fue también uno de los primeros en llegar de esmoquin y en limusina a la alfombra roja, protegida el domingo por toldos transparentes (aunque la lluvia perdonó al final a las estrellas). Ya de entrada, Bardem se deshizo en elogios "a los hermanos Coen y a la gran novela de Corman McCarthy".


Bardem y su 'mentor' en Hollywood, Julian Schnabel, quien lo dirigió en 'Antes de que anochezca'. (Foto: EFE)
El actor español siguió la broma de la noche y agregó que él hizo poco menos que "poner el peinado...". Ante las cámaras de la ABC, y antes de entrar en el Teatro de Kodak, Bardem tuvo un pequeño guiño a los millones de televidentes en español: "Buenas noches, y que Dios reparta suerte".
Las cámaras rondan a Penélope
Javier se paseó en familia, arropado por su hermano y por su madre, Pilar, que suspendió su función dominical de 'La sospecha' para vibrar como una debutante en el desfile de estrellas del Teatro Kodak: "¡He visto a George Clooney!". Las cámaras rondaron por cierto a Penélope Cruz, con un vestido negro de plumas, que llegó con la misión de presentar un premio y mantuvo las distancias con la comitiva de los Bardem.
Complaciente como pocas veces ante las cámaras, el actor español se fundió entre tanto en un abrazo con su director-talismán, Julian Schnabel, el mismo que le hizo otear por primera vez las colinas de Hollywood en el 2001 con 'Antes de que anochezca', su primera candidatura al Oscar. Schnabel, que competía con Joel y Ethan Coen en la categoría de mejor director, se quitó las gafas amarillas y le deseó lo mejor a su ex pupilo.
Los cuatro rivales de Bardem, empezando por el abogado Tom Wilkinson en 'Michael Clayton', se rindieron de antemano ante la pujanza del español. "Yo no voy a ganar, va a ganar Javier Bardem", dijo Wilkinson. "No me siento ni remotamente defraudado".
Bardem, que venía de ganar el Globo de Oro y el Bafta, barría en las encuestas previas pero hasta el último momento no las tuvo todas consigo. A sus 82 años, aupado por una emotiva incursión de apenas 15 minutos en 'Hacia rutas salvajes', de Sean Penn, Hal Holbrook subió varios enteros en las preferencias y jugó la baza de la veteranía.
Philip Seymour Hoffman (estrafalario espía de la CIA en 'La guerra de Charlie Wilson') y Casey Affleck (otro asesino en otro 'western' inusual, 'El Asesinato de Jesse James...') inquietaron también a Bardem desde algo más lejos.
"No va a haber Oscar en el mundo que pueda cambiar mi trayectoria", anunció de antemano Javier Bardem. "Piense seguir como hasta ahora, haciendo películas que tengan algo interesante que decir (...) Fueron películas como 'Los lunes al sol', 'Mar adentro' o 'Antes de que anochezca' las que hicieron que los Coen se fijaran en mí".

CARLOS FRESNEDA

Thursday, February 21, 2008

Perros: no ensuciar
















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Wednesday, February 20, 2008

Bardem a un paso del Oscar



La primera vez que lo vi fue en la película Antes que anochezca, en donde interpretaba magníficamente a Reinaldo Arenas. Luego, me estremeció con el personaje de Ramón Sampedro. Ahora, según Terra, está a sólo un paso de la estatuilla dorada que bien se la merece por interpretar a Anton Chigurh, asesino y psicópata del aclamado film NO ES PAÍS PARA VIEJOS.



Javier Bardem, gran favorito para hacerse con su primer Óscar
Ha ganado el Globo de Oro, el Bafta británico y el premio del Sindicato de Actores de Estados Unidos, así hasta sumar 17 galardones por su interpretación de Anton Chigurh, y todo apunta a que este domingo Javier Bardem será el primer actor español en ganar un Óscar.

En la edición 80 de los premios de la Academia de Hollywood, el español tendrá como contrincantes a Tom Wilkinson por 'Michael Clayton', Philip Seymour Hoffman por 'Charlie Wilson's War', Casey Affleck por 'The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford' y, sobre todo, Hal Holbrook por 'Into the Wild'.Porque en lo que todos anuncian como un paseo para el actor español podría interponerse esa costumbre tan hollywoodiense de premiar a niños o ancianos, como es el caso de Holbrook.Pero Bardem, de 38 años, tiene a su favor tanto al público como a la crítica, que se ha rendido a sus pies por ese asesino despiadado que interpreta en 'No es país para viejos', de los hermanos Coen.Un papel que está siendo para el actor español, que se dio a conocer en 'Jamón, jamón' (1992), de Bigas Luna, el espaldarazo decisivo para su carrera internacional, que ya despegó con 'Before Night Falls' -por la que consiguió en 2000 su primera candidatura al Óscar- o con 'Mar adentro'.Aunque en un principio se mostró reacio a aceptar el papel de Chigurh, precisamente por su violencia, Bardem se decidió a realizarlo porque para él 'siempre fue un sueño' trabajar junto a los hermanos Joel y Ethan Coen.Por ello, con cada uno de los premios conseguidos por este trabajo siempre ha tenido una mención al trabajo de los hermanos Coen y, en especial, a la dimensión que han sabido imprimir al personaje, 'que va más allá de mi interpretación'.'Los Coen son un monstruo con cabezas, una misma filosofía y la energía de dos personas. Su coordinación es perfecta, ambos dirigen, y lo que podía ser un galimatías funciona como un mecanismo de relojería', ha señalado el actor, que considera la película 'una crítica brutal desde el ángulo magistral que ellos poseen'.Por su parte, los Coen han reconocido que Bardem fue su única opción porque 'era el único actor capaz de personificar al asesino Anton Chigurh'.'El personaje, aunque es muy real en la novela (de Cormac McCarthy), de hecho casi no está descrito físicamente en el libro. Hacerlo real era un enorme desafío y lo mismo quién elegir para el papel', han asegurado los hermanos.'Sabíamos que tenía que ser alguien que atrajese la atención, toda la atención en la película. Javier es alguien, por nuestras experiencias pasadas de su trabajo, que sea lo que sea lo que haga no le puedes quitar el ojo de encima', precisó Joel.En esta película Bardem interpreta a un asesino frío y sádico que despacha a sus víctimas en medio de las soledades de Texas disparándoles a quemarropa con un arma aparatosa como las que se utilizan para matar a las reses.'Yo soy la violencia, no soy un ser humano', ha explicado Bardem de un personaje 'raro, nada atractivo, pero que tiene un reducto íntimo y delicado'.El Óscar está cerca para Bardem, pero de lo que nadie duda es de que, aunque no lo consiga, su nombre se ha unido ya al de los más grandes de la cinematografía, por su talento y, en este caso, también por un corte de pelo inverosímil.

Fuente: Terra Cine - EFE

Castro se retira

Queridos compatriotas:

Les prometí el pasado viernes 15 de febrero que en la próxima reflexión abordaría un tema de interés para muchos compatriotas. La misma adquiere esta vez forma de mensaje.
Ha llegado el momento de postular y elegir al Consejo de Estado, su Presidente, Vicepresidentes y Secretario.
Desempeñé el honroso cargo de Presidente a lo largo de muchos años. El 15 de febrero de 1976 se aprobó la Constitución Socialista por voto libre, directo y secreto de más del 95% de los ciudadanos con derecho a votar. La primera Asamblea Nacional se constituyó el 2 de diciembre de ese año y eligió el Consejo de Estado y su Presidencia. Antes había ejercido el cargo de Primer Ministro durante casi 18 años. Siempre dispuse de las prerrogativas necesarias para llevar adelante la obra revolucionaria con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo.
Conociendo mi estado crítico de salud, muchos en el exterior pensaban que la renuncia provisional al cargo de Presidente del Consejo de Estado el 31 de julio de 2006, que dejé en manos del Primer Vicepresidente, Raúl Castro Ruz, era definitiva. El propio Raúl, quien adicionalmente ocupa el cargo de Ministro de las F.A.R. por méritos personales, y los demás compañeros de la dirección del Partido y el Estado, fueron renuentes a considerarme apartado de mis cargos a pesar de mi estado precario de salud.
Era incómoda mi posición frente a un adversario que hizo todo lo imaginable por deshacerse de mí y en nada me agradaba complacerlo.
Más adelante pude alcanzar de nuevo el dominio total de mi mente, la posibilidad de leer y meditar mucho, obligado por el reposo. Me acompañaban las fuerzas físicas suficientes para escribir largas horas, las que compartía con la rehabilitación y los programas pertinentes de recuperación. Un elemental sentido común me indicaba que esa actividad estaba a mi alcance. Por otro lado me preocupó siempre, al hablar de mi salud, evitar ilusiones que en el caso de un desenlace adverso, traerían noticias traumáticas a nuestro pueblo en medio de la batalla. Prepararlo para mi ausencia, sicológica y políticamente, era mi primera obligación después de tantos años de lucha. Nunca dejé de señalar que se trataba de una recuperación "no exenta de riesgos".
Mi deseo fue siempre cumplir el deber hasta el último aliento. Es lo que puedo ofrecer.
A mis entrañables compatriotas, que me hicieron el inmenso honor de elegirme en días recientes como miembro del Parlamento, en cuyo seno se deben adoptar acuerdos importantes para el destino de nuestra Revolución, les comunico que no aspiraré ni aceptaré- repito- no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe.
En breves cartas dirigidas a Randy Alonso, Director del programa Mesa Redonda de la Televisión Nacional, que a solicitud mía fueron divulgadas, se incluían discretamente elementos de este mensaje que hoy escribo, y ni siquiera el destinatario de las misivas conocía mi propósito. Tenía confianza en Randy porque lo conocí bien cuando era estudiante universitario de Periodismo, y me reunía casi todas las semanas con los representantes principales de los estudiantes universitarios, de lo que ya era conocido como el interior del país, en la biblioteca de la amplia casa de Kohly, donde se albergaban. Hoy todo el país es una inmensa Universidad.
Párrafos seleccionados de la carta enviada a Randy el 17 de diciembre de 2007:
"Mi más profunda convicción es que las respuestas a los problemas actuales de la sociedad cubana, que posee un promedio educacional cercano a 12 grados, casi un millón de graduados universitarios y la posibilidad real de estudio para sus ciudadanos sin discriminación alguna, requieren más variantes de respuesta para cada problema concreto que las contenidas en un tablero de ajedrez. Ni un solo detalle se puede ignorar, y no se trata de un camino fácil, si es que la inteligencia del ser humano en una sociedad revolucionaria ha de prevalecer sobre sus instintos.
"Mi deber elemental no es aferrarme a cargos, ni mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo modesto valor proviene de la época excepcional que me tocó vivir.
"Pienso como Niemeyer que hay que ser consecuente hasta el final."
Carta del 8 de enero de 2008:
"...Soy decidido partidario del voto unido (un principio que preserva el mérito ignorado). Fue lo que nos permitió evitar las tendencias a copiar lo que venía de los países del antiguo campo socialista, entre ellas el retrato de un candidato único, tan solitario como a la vez tan solidario con Cuba. Respeto mucho aquel primer intento de construir el socialismo, gracias al cual pudimos continuar el camino escogido."
"Tenía muy presente que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz", reiteraba en aquella carta.
Traicionaría por tanto mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer. Lo explico sin dramatismo.
Afortunadamente nuestro proceso cuenta todavía con cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución. Algunos casi niños se incorporaron a los combatientes de las montañas y después, con su heroísmo y sus misiones internacionalistas, llenaron de gloria al país. Cuentan con la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo. Dispone igualmente nuestro proceso de la generación intermedia que aprendió junto a nosotros los elementos del complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una revolución.
El camino siempre será difícil y requerirá el esfuerzo inteligente de todos. Desconfío de las sendas aparentemente fáciles de la apologética, o la autoflagelación como antítesis. Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse. El adversario a derrotar es sumamente fuerte, pero lo hemos mantenido a raya durante medio siglo.
No me despido de ustedes. Deseo solo combatir como un soldado de las ideas. Seguiré escribiendo bajo el título "Reflexiones del compañero Fidel" . Será un arma más del arsenal con la cual se podrá contar. Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso.
Gracias.
Fidel Castro Ruz
18 de febrero de 2008
5 y 30 p.m.
Fuente: Diario GRANMA de Cuba

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