FÚTBOL: LADRÓN DE MI CEREBRO

El miércoles 10 en la sección deportiva de un diario local, se publicó una llamativa foto donde aparece el Gaby García –goleador del equipo– retornando al césped luego de elevarse para darle un testazo al balón, un defensor rival lo mira impotente, y la pelota surca los aires buscando transformarse en un grito de gol que les “robe el cerebro” a los escasos aficionados que poblaban las cuatro tribunas del viejo estadio Mariano Melgar.
Al fondo, en la malla de la tribuna Sur, aparece una banderola rojinegra en la que un hincha melgariano, letras níveas de por medio, a sintetizado en cuatro palabras lo que para él significa el FBC MELGAR (y, generalizando, lo que representa el fútbol para un hincha): “Ladrón de mi cerebro”.
El fútbol –como el trago en exceso– nos roba el cerebro. Apaga el razonamiento y activa (durante noventa minutos y algo más) al animal que todos llevamos dentro.
El reconocido periodista argentino Mariano Grondona sentencia que el fútbol es “una guerra simbólica”. Opina que en estos tiempos ya no podemos pelearnos con bayonetas, bombas o misiles (pero el obtuso de Bush no piensa lo mismo); y que, por tanto, el fútbol es ese escape que nos permite bestializarnos y delirar viendo a once jugadores con colorines rojiblancos...
Este miércoles debemos ganarle esa guerra simbólica a Chile: racionalmente, no servirá para nada (sólo para seguir soñando con la vuelta al mundial); pero, irracionalmente, nos servirá de mucho. Por eso –y porque te “odio con afecto”–, arriba Perú.