Tuesday, July 31, 2007

Revista Literaria REMOLINOS

La revista literaria Remolinos que dirige Paolo Astorga trae, en su edición de agosto, un editorial sobre La obra literaria y la problemática monetaria.
Copio los dos últimos párrafos:

Cuando hablamos por ejemplo de un autor universal, hablamos no sólo de alguien que tiene muchas ventas de sus obras, se tiene que poner en práctica un examen reflexivo acerca de lo que nos está transmitiendo a través de su obra. Es sabido pues que las grandes industrias editoriales, saben muy bien a quienes proyectar sus productos, cómo crear demanda. Estas editoriales (como creo que muchos lo saben), sólo publican a sabiendas de las posibles ventas que se puedan dar. Se deja de lado por ende, la calidad, la originalidad y la sensibilidad, para ser llenada por historias plásticas, fáciles de digerir.
El escritor no es un vendedor, un empleado más de este sistema, aunque muchos quieran encerrarlo en un escritorio y éste tenga que escribir una obra cada dos años para que la editorial lo mantenga económicamente, él, jamás podrá amoldarse a la hipocresía que conlleva ser sólo una cara bonita de la literatura, una máquina para hacer grandes ficciones, esas, las que duran en la mente sólo unos días hasta que el libro se acaba y se arroja al tacho de basura como una cáscara de plátano.

En el segmento de Narrativa de esta edición también aparece mi relato O-S-Q-U-I-T-A-R . Acá les dejo el arranque de la historia:


Lima, 8 de marzo de 2007
Oscar,

Es inútil, de veras que lo sé, ¿pero, aparte de esto, qué otra cosa más puedo hacer para acercarme a ti? Y me sabe a insensatez de mi parte el malgastar palabras para escribirte confesiones que talvez nunca leerás. Y digo –intuyo con el ciego convencimiento de ser quien te conoce mejor que nadie– que no leerás estas tristes líneas porque, ahora, a tus ojos, todo lo que se relacione conmigo les resulta repelente, chabacano y repudiable.En verdad, no te culpo. Entiendo que, por todo lo compartido y vivido, me convierto en algo así como un remitente indigno y desechable. Sólo te aclaro que si he de culpar a alguien –cosa que, por lo demás, me resulta insoportablemente pueril– lo haría en silencio, y en la absoluta soledad que me ha dado tu devastadora ausencia
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Para leer todo el relato hacer clic en la aquí

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