La carta errante
Ésta es la carta errante de una amiga anónima que me dio el visto bueno para publicarla (previo cambio de los nombres reales ); el título original se ensambla con dos palabras: PARA TI.
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Hola, mi amor, ¿cómo estás? Espero que bien, y ¿si no te aguantas ya? Mmm, me imagino que estás bien, pues tus pronósticos de que yo estaba a tu disposición se cumplieron, no sé qué decir, tengo, no sé, como turbación por las cosas que aún me provocas... eres como una llama que se extingue y al instante vuelve a sofocarme...
Siento algo extraño, me da miedo ser yo misma, querer tanto de ti; perdóname, es mi culpa, no quiero arrastrarte otra vez en la caída (como le dices tú), lo que más me da cólera, es que te quedaste callado, no dijiste nada en absoluto...
¿Será que ya nada hay entre nosotros? Esperaba algo, no sé, tal vez es mejor así, creí que podíamos ser amigos, ¡verdaderos amigos!, pero ahora veo que no, ahora ¿qué diablos sigue? Yo creo que debemos aclarar las cosas: frente a frente, y no por una insensible máquina... Y hablar, aunque la verdad ya me lo dijiste una vez, cuando te dije que tú tomaras la decisión sobre nosotros: decidiste alejarte.
¿Y ahora qué? Yo no soy un juguete que tomas y dejas, y así, esto no está bien. Sí, ya sé que no quieres hablarme, pero ten en cuenta que, si no hablamos, nunca aclararemos las cosas que siguen pendientes.
Me da cólera –te lo repito hasta el cansancio- mi forma de ser contigo, ante ti me comporto como una criatura mansita. Me da cólera ser eternamente así contigo. ¿Por qué? No lo sé: ¿acaso lo sabes tú?, ¿qué me has dado?, no lo sé, pero me da más cólera aceptarlo todo... O, lo que es peor, yo misma provocarlo: es que no me entiendo ni yo misma, y tú, para colmo de males, sólo me confundes más.
Tengo miedo, mucho miedo, y por eso te pregunto: ¿tú qué sientes? Me imagino que se te pasó la arrechura y ahora con la cabeza fría pues: te debes arrepentir de todo lo que pasó ayer, y lo comprendo; no tomo lo de ayer como un “te dejo cuando quiero, y te tomo cuando me da la gana”... No quiero pensar que estás jugando conmigo, porque simplemente no lo merezco, y tú muy bien lo sabes... Por favor: no juegues conmigo, por favor: ¡no!
Me da cólera –te lo repito hasta el cansancio- mi forma de ser contigo, ante ti me comporto como una criatura mansita. Me da cólera ser eternamente así contigo. ¿Por qué? No lo sé: ¿acaso lo sabes tú?, ¿qué me has dado?, no lo sé, pero me da más cólera aceptarlo todo... O, lo que es peor, yo misma provocarlo: es que no me entiendo ni yo misma, y tú, para colmo de males, sólo me confundes más.
Tengo miedo, mucho miedo, y por eso te pregunto: ¿tú qué sientes? Me imagino que se te pasó la arrechura y ahora con la cabeza fría pues: te debes arrepentir de todo lo que pasó ayer, y lo comprendo; no tomo lo de ayer como un “te dejo cuando quiero, y te tomo cuando me da la gana”... No quiero pensar que estás jugando conmigo, porque simplemente no lo merezco, y tú muy bien lo sabes... Por favor: no juegues conmigo, por favor: ¡no!
Mariana
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