Monday, January 24, 2005

EL VALOR DE ELEGIR

Octavio Paz dejó dicho que la libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: o No.

Dentro de los pocos libros que he leído, he descubierto a muchos escritores que están visceralmente comprometidos con la libertad (y que, por ende, me ayudaron a ser libre; y ‘libre’ hasta extremos insospechados… esos que lindan con el libertinaje): Mario Vargas Llosa es, de lejos, un coloso de la libertad, después Fernando Savater es, también, un emblema del hombre libre, del intelectual al que, como él mismo lo dice, se lo podrá acusar de lo que sea salvo de haber escurrido el bulto ante las cuestiones de su tiempo.

Así como siempre vuelvo a los libros de MVLL, igualmente lo hago con los de Savater, ambos me parecen geniales, admirables y dignos de emulación.
Estoy empezando a leer uno de los últimos libros de Savater: se llama EL VALOR DE ELEGIR, recién lo estoy empezando pero me parece recomendable (como todos los libros que su generosa pluma elabora. Lo recomiendo sobre todo a aquéllos a los que el problema de la libertad los confunde, los abruma, les genera mala conciencia y tantas otras cosas más).
Aquí unos párrafos iniciales.


El problema de la elección,
el problema de la vida entera
.”
GEORGES PEREC, Je suis né

Todos estamos determinados por el hecho de que hemos nacido humanos y, en consecuencia, por la tarea interminable de tener que elegir constantemente, tenemos que elegir los medios juntamente con los fines. No debemos confiar en que nadie nos salve, sino conocer bien el hecho de que las elecciones erróneas nos hacen incapaces de salvarnos”.

ERICH FROMM, El corazón del hombre


INTRODUCCIÓN
La elección y la vida

El tema de este libro es una pregunta que me obsesiona creo desde que tengo uso de razón. Aun más o aún peor: es la pregunta que ha dado sentido al uso de mi razón y también la que me ha relevado los límites de tal racionalidad. Para empezar, ingenuamente, puedo plantearla así: ¿en qué consiste la libertad? Pero nada más formulada se me enreda con otras –como suele ocurrir con las verdaderas cuestiones filosóficas– que obstaculizan y aplazan su respuesta directa: ¿existe realmente la libertad? ¿es algo que tengo antes de saberlo, algo que sólo adquiero al saber que lo tengo o algo que para tenerlo debo renunciar a saber con precisión qué es? ¿soy capaz de libertad o soy libertad y por ello capaz de ser humano? Y tantas, tantas otras: demasiadas preguntas. Por optimismo o pereza, supuse que la experiencia de los años me traería las respuestas y por ello fui difiriendo la redacción de esta obra, que imagino como el núcleo esencial de cuanto he escrito. Pero ahora ya sé que ni el tiempo ni tampoco el espacio sirven para despejar nuestras perplejidades. Es inútil dejar para mañana lo que mañana me será tan difícil e imposible de hacer como hoy. Por lo tanto, sin respuestas concluyentes, concluyo por intentar responder.

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