¿SABES LO QUE TE PASA? QUE NO VAS A NINGUNA PARTE

Sábado por la tarde. Estaba recostado en mi cama leyendo La tregua, una novela –escrita como si fuera un diario personal– de Mario Benedetti; y encontré un fragmento que me dejó más intranquilo que al personaje principal de la obra:
_________
Jueves 21 de febrero

Esta tarde, cuando venía de la oficina, un borracho me detuvo en la calle. No protestó contra el gobierno, ni me dijo que él y yo éramos hermanos, ni tocó ninguno de los innumerables temas de la beodez universal. Era un borracho extraño, con una luz especial en los ojos. Me tomó de un brazo y me dijo, casi apoyándose en mí: “¿SABES LO QUE TE PASA? QUE NO VAS A NINGUNA PARTE”. Otro tipo que pasó en ese instante me miró con una alegre dosis de comprensión y hasta me consagró un guiño de solidaridad. Pero ya hace cuatro horas que estoy intranquilo, como si realmente no fuera a ninguna parte y sólo ahora me hubiese enterado.
_________

¿Hacia dónde vamos? ¿Acaso lo sabemos? ¿Cuántos de nosotros no vamos a ninguna parte? Es difícil aceptarlo, más sencillo es hacerse el de la vista gorda y prender la televisión o pensar en otra cosa... Pero si talvez te estoy subestimando, y tú en verdad sí sabes hacia dónde vas (y lo tienes bien claro), ten la amabilidad de decirme adónde... talvez me anime y voy contigo... Y si te acabas de enterar de que no sabes adónde vas, no escapes, habla contigo (haz el intento, te deseo suerte).