Friday, January 28, 2005

La cópula libre

Cualquier hombre puede llegar a ser feliz con una mujer,
con tal de que no la ame."
Oscar Wilde


Sí, cada vez que recuerdo ese instante se me eriza la piel: Lituma, luego de retornar a su terruño, quería saber qué fue de su amada Bonifacia; y su amigo Josefino, con tragos de por medio, le espetó la –al menos para mí– insoportable noticia: Se ha hecho puta, hermano. Está en La Casa Verde.

Juro que a mí me dolió más que a Lituma, tanto así que creí no poder soportar lo que vendría de allí en más: solté el libro, me paseé, dando vueltas, por mi habitación y congestioné mi mente con probables desenlaces. Luego de pensar y repensar, lo supe: tenía que continuar con la lectura, porque no quedaba otra... Y, ahora, me permito esta digresión: hay gente que se puede leer La Casa Verde en unas cuantas horas; yo, en cambio, lo hice en casi cinco días... Por cinco días no asistí a la universidad (cosa que, dicho sea de paso, nunca me generó mala conciencia... ese semestre la lectura voraz de novelas me mandó derechito, y con todas mis materias a cuestas, a la famosa y temida subsanación, donde casi todos perecen por haber 'hueveado' durante todo el ciclo).

¡Pobre Lituma! ¿Qué ideas invadirían su cabeza? ¿Acaso algún hombre cuerdo podría soportar eso y persistir en su amor por una mujer que ahora era una hetaira más de La Casa Verde? Estoy seguro que Lituma no hubiera sufrido tanto si, en vez de contar con Los Inconquistables, se hubiera valido de las ideas del gran Varguitas, aquel escritor en ciernes que le explicó a su tía Julia algunas cosas referentes al amor: “Yo le expliqué que el amor no existía, que era una invención de un italiano llamado Petrarca y de los trovadores provenzales. Que eso que las gentes creían un cristalino manar de la emoción, una pura efusión del sentimiento era el deseo instintivo de los gatos en celo disimulado detrás de las palabras bellas y los mitos de la literatura”.

Sí, mi querido Lituma, a veces pienso que él tenía razón y que, por ende, tú no hubieras (mejor dicho, no hubiéramos) sufrido tanto si en esos insufribles instantes, Varguitas, con su aire más pedante nos hubiera abierto aún más la mente: “Soy partidario de lo que llaman el amor libre, pero que, si fuéramos honestos, deberíamos llamar, simplemente, cópula libre.”

Si de honestidad se trata, intento confiar en Wilde pero, en verdad, todavía no puedo... no puedo. Mejor, en vez de pensar en tonterías, sigo el ejemplo del joven estudiante de El ruiseñor y la rosa: saco un gran libro y me pongo a leer...
Posdata: Imperdible, recomendadísima... para no perder, como yo, el tiempo pensado en el amor: EL RUISEÑOR Y LA ROSA, del maestro Oscar Wilde.
Sigan el ejemplo del joven estudiante.

 Bitacoras.com
directorio de weblogs. bitadir

Contador de visitas