Thursday, September 15, 2005

La Tía Veneno


En las huascas (debería decir, en las buenas huascas), a menudo se presenta un inconveniente con sello monetario: ¡ya no hay fichas! La solución no tarda y, más bien, llega, apurada, a los labios de uno de los bebedores más cancheros y curtidos del clan: ¡vamos donde la Tía Veneno!
La Tía Veneno es todo un personaje de las consabidas borracheras; incluso a veces pienso que cada barrio, cada esquina, cada mancha tiene su propia Tía Veneno: aquella que nos provee licores de dudosa procedencia, pero que tienen un encanto insuperable (están al alcance del bolsillo más caído).
Cierta vez, un amigo bastante incauto y poco conocedor de los rigores de las farras alcohólicas, llegó, por vez primera, donde la (nuestra) Tía Veneno; y luego de degustar con una ligera mueca de asco el primer trago de ese vil licor barato, preguntó:
–¿Y por qué le dicen la Tía Veneno?
Luego de unas risotadas burlonas, Lucio, el más borracho de nuestro grupúsculo le largó la respuesta más sincera:
–¡Qué chucha crees que estás tomando, huevón!

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