Thursday, February 17, 2005

Un gusto haberte conocido...

"Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas".
OSCAR WILDE
___
Yo estaba, tranquilamente, revisando mi correo cuando, de pronto, una flaca, vía MSN me dice:
–Un gusto haberte conocido.
–Ah, ¿otra vez me vas a bloquear? –le pregunto, anticipando lo que se
viene.
–No, pero es casi igual, nunca hablamos. Me pones miles de pretextos. Dame un motivo para tenerte en mis contactos... Te has conectado hace rato y soy yo la que tuve que llevarte a conversa... No fuiste capaz de abrirme una ventana. Quedé contigo una fecha y fallaste.
–Pero lo que te dije es cierto –y le repito nuevamente el motivo por el que le fallé–: Celebré el día de la amistad con mis patas, por eso no pude hablar contigo, no te miento.
–Está bien, pero entonces ¿por qué chu quedas conmigo? Eso es falta de respeto. Tienes mi número de cel. ¿Por qué no pedíste un cel y me mandaste un msj de texto?
–Ya, tienes razón, pero discúlpame.
–Nah, no tengo nada que disculparte. Eso te salió natural... Simplemente que el tenerte o no tenerte admitido, da igual: es como si no existieras en mi vida, pero porque tú lo quieres así. Tú te exiliaste porque quisiste, yo quise que regresaras y me rechazaste.
–Siempre crees que te rechazan –le digo resueltamente–; Creo que tienes un grave problema con el "rechazo"
–Nop, yo quise que volvamos a ser amigos y tú eres consciente. Pero no tuviste el valor de decirme “no, sorry, no se puede...” Simplemente te callaste.
–Dime tú –y le pregunto–: ¿por qué no se va a poder? ¿Tengo algún motivo?
–No sé, sería una buena pregunta. ¿Crees que ser amigos significa tenerte en mi msn? ¿y que te conectes y no me hables? No, eso no es amistad, eso es trivialidad... No hay pretexto para tu actitud, sabes que lo intenté perfectamente... En fin, no te preocupes: no te bloquearé, simplemente lo intenté... el resto es tu problema.
–Sobredimensionas las cosas –le digo–. Al menos eso lo aceptarás, ¿no?
–Mira lo que tú pienses de mí, es tu problema, yo no haré ni pretendo hacer nada para cambiarlo.
–Pero lo que haces es decirme con decoro: ME LLEGA ALTAMENTE LO QUE PIENSES DE MI.
–No, no me llegaba. Pero en realidad ahora sí. Por eso piteo, casi no me conoces así que... bueno tengo que trabajar.

(Y ella se fue... y, mientras trato de entender lo que pasó, recuerdo, otra vez, aquellas palabras de Sigmund Freud: "La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una mujer?")

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